Como cada viernes a las seis y
media de la tarde, el pequeño Jorge, de cinco años y medio, cogió su bocadillo
de la mesa de la cocina y, después de darle un beso en la mejilla a su madre y
poner ciento cuarenta y seis veces el pie derecho delante del izquierdo y
ciento cuarenta y siete veces el pie izquierdo delante del derecho, bajó todos
los escalones de su bloque y llegó al cuarto de basuras de su comunidad de
vecinos. Allí, después de llamar a la puerta dando tres golpes con los
nudillos, escuchó la voz de su amigo Berto, que desde dentro le preguntó:
-¿Contraseña?
-Hakuna Matata -contestó Jorge
con la boca llena, que acababa de darle el primer mordisco a su bocadillo.
-¡Incorrecto! ¡Ésa es la de la
semana pasada!
-¡Ah, es verdad! Entonces...
-dijo Jorge mientras pensaba- ¡Supercalifragilisticospialidoso!
-¡Muy bien! ¡Puedes pasar!
-contestó Berto alegre, dejando ver cómo a su sonrisa de siete años ya se le
había caído el último diente de leche- ¡Bienvenido a la reunión de nuestro club
secreto, "Los sabios de la escalera"!
Jorge, a pesar de haber
escuchado esa misma frase cientos de veces, entró tan ilusionado como siempre y
tomó sitio en el suelo, al lado de su amigo Diego, el tercer miembro del grupo,
de seis años.
-Bien, señores, ya estamos todos
-dijo Berto con una voz muy seria mientras se colocaba delante de sus dos
amigos- Como cada viernes, el grupo “Los sabios de la escalera” se reúne para
hablar de sus súper-asuntos de súper-importancia. Como ya sabéis, dentro de dos
semanas es Halloween, y aún tenemos que pensar de qué vamos a disfrazarnos.
Tiene que ser algo que asuste realmente a los adultos, ¿eh? Os recuerdo que el
año pasado con el "truco o trato" sólo sacamos quince chicles, nueve
regalices y ocho chocolatinas...
-“Choclolatinas” -corrigió Diego
desde su sitio.
-Eso, “choclolatinas”. Gracias,
Diego. Bien, ¿alguien tiene alguna idea? -preguntó Berto mirando a sus dos
amigos.
-¡Yo! ¡Yo! -contestó Diego
levantando la mano emocionado - Ya sé de que tenemos que disfrazarnos: de paro.
No sé lo que es pero últimamente papá le tiene mucho miedo a eso.
-No sé cómo se disfraza uno de
eso Diego... Tenemos que pensar en otra cosa -contestó Berto bajando la cabeza.
-¿De “depersión”?
-Tampoco.
-¿De futuro?
-No.
-¿De soledad?
-No, no y no. Esas cosas no
valen. Tenemos que pensar algo que asuste de verdad…
-¡Ya lo sé! -exclamó Jorge, que
hasta entonces había permanecido en silencio, levantando la mano- ¡Nos tenemos
que disfrazar de compromiso! Eso sí que les asusta de verdad.
-¿Compromiso? ¿Y quién es
compromiso? -preguntó Berto extrañado.
-Tiene nombre de señor gordo y
feo -dijo Diego mientras se les escapaba una risa.
-Compromiso es querer a una persona,
y lo sé porque el otro día se lo oí decir a mi hermano mayor por teléfono
-explicó Jorge, pasando a ser el centro de atención- Como ya sabéis, los
adultos son muy raros, y tienen miedo de que les quieran. Resulta que viven
angustiados con la idea de que aparezca una persona que se preocupe por ellos y
quiera hacerles felices, y cada vez que les pasa les entra el miedo y se
agobian. Y digo yo, ¿qué hay de malo en que te quieran? A mi me encanta que mi
mamá me quiera, me de besos, me cuide y se preocupe por mí, pero a ellos les da
miedo todo eso. Y no sé muy bien quién es el compromiso ni dónde vive, pero lo
que está claro, es que tiene que asustar mucho mucho, más aún que un examen de
matemáticas con números de tres cifras.
-¿Más? ¿Tú crees? -preguntó Diego
asombrado, llevándose las manos a la boca.
-¡Sí! ¡Ya lo tenemos! -exclamó
Berto dando saltos de alegría- Nos disfrazaremos los tres de compromiso. ¡Este
año vamos a hacer que se muera de miedo todo el barrio! Ahora solo tenemos que
pensar durante ésta semana cómo se viste un compromiso, ¡y ya está! ¡Señores,
se ha acabado la reunión de “Los sabios de la escalera”! ¡Nos vamos!
Jorge, que se quedó ayudando a
Berto a volver a colocar los cubos de basura, se acercó a él al terminar, y le
dijo:
-¿Has visto que raros son los
adultos Berto? ¡Tienen miedo de que les quieran! ¿Sabes? Creo que no quiero ser
mayor nunca.
-¿Sabes, Jorge? -dijo Berto
mientras cerraba la puerta- Creo que yo tampoco.
Como todo lo que he leído de ti, es maravilloso ☺️
ResponderEliminarEl chico de mi 💙